domingo, 7 de marzo de 2010


Recordando a Los Palacios
Por Osvaldo Gotera Perugorría

"No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida;
a las raíces profundas no llega la escarcha;
el viejo vigoroso no se marchita". J.R.R. Tolkien.




Transcurría el año 1569 cuando al fundador de la primera ciudad en los Estados Unidos de América, San Agustín, Pedro Menéndez de Avilés, quien era entonces gobernador general de la Isla de Cuba, le fue concedida una porción de tierra de esta región, así como a Juan Gutiérrez Manibalda, llamada entonces provincia Nueva Filipinas. A esa merced se le dió el nombre de Corral de Sabanas Nuevas y la del Hato de Dayaniguas.




Así se repartieron este territorio desde fines del siglo XVI hasta que a principios del XVII (1609), se le concedió a Fernando Sánchez el Corral de Taco-Taco. Fué mucho tiempo después (1760) que el pueblo de Los Palacios, se fundó en las heredades de Juan Sánchez, sobre el hato llamado El Ciego o Sabana del Ciego, las que le habían sido conferidas en 1590. Hay que destacar que al iniciarse la centuria del diecisiete, aún podían verse algunos indios siboneyes en estos predios.

 Cuando en el año 1817 se produjo el desestanco del tabaco, el progreso de Vueltabajo fue rápido y a lo largo del camino real que unía a la región con La Habana, comenzaron a desarrollarse los pequeños nucleos urbanos que originaron las poblaciones actuales. Las alternativas del crecimiento de la población, reflejan la inestabilidad de la economía tabacalera y la influencia de la industria azucarera en la subregión. En el período de 1907-1919, los términos tabacaleros sufrieron una disminución en población, mientras Los Palacios, logró un aumento de un 57 %.

Con un área de 755 kilómetros cuadrados, y con una población (Censo de 1953) de 20,576 pob. abs., el Término Municipal de Los Palacios, limita por el Norte con los Términos Municipales de Consolación del Norte y Cabañas; por el Este con el Término Municipal de San Cristóbal; por el Sur, con el Mar de Las Antillas, y por el Oeste con el Término Municipal de Consolación del Sur.

Forma parte del Partido Judicial de San Cristóbal, que comprende los (3) Términos Municipales de San Cristóbal, Candelaria y Los Palacios. El Término Municipal de Los Palacios, con una población rural de 64.4 % (1953), se compone de siete (7) barrios: Limones, (Rancho Mundito, etc.); Macurijes, (Central La Francia, fundado en el año 1916); Paso Real, (Paso Real de San Diego, Paso Quemado); Santa Mónica, (Playa Dayaniguas); Santo Domingo, (Bacunagua); Sierra, (Entronque de Los Palacios, situado a unos seis kilómetros del pueblo de Los Palacios, cerca del kilómetro 122 de la Carretera Central Habana-Pinar del Rio); Urbano, (Pueblo de Los Palacios, situado a unos 62 kilómetros de distancia de la ciudad de Pinar del Rio y unido por ferrocarril a La Habana y a toda la Isla. Población: 5,250 habitantes, (1953), 10,000 a fines de la década de los años 60's.
Excluyendo los datos estadísticos correspondientes, señalados al comienzo, el contenido del presente trabajo, en relación con el pueblo de Los Palacios, que nunca olvidaremos, pues forma parte muy especial de nuestra vida, comienza en los primeros años de la década de los cuarenta, cuando llegamos a Los Palacios, procedentes del pequeño poblado de Santa Cruz de Los Pinos, en el Municipio de San Cristóbal. Es muy posible que la memoria nos traicione y se omitan algunos datos y detalles concernientes al pueblo, pero trataremos de recordar lo más posible. Los datos no necesariamente aparecerán en forma cronológica.
Recordamos las calles principales: Ave. Warren (entrada al pueblo desde el Entronque de Los Palacios, en la carretera central; Calle Antonio Maceo y Calle José Martí. El rio de Los Palacios, que se encuentra con la carretera que une al pueblo con el poblado de Paso Quemado y por ende al pueblo de Paso Real de San Diego. Los Repartos Nueva Era y Norton, situados a la izquierda entrando al pueblo por la Avenida Warren; Reparto Betancourt, hacia la derecha.


Recordamos a nuestra maestra Señorita Aurorita Más (Señorita Aurorita); los seis colegios; al Padre Cura Claudio Ojea y el incendio que destruyó la Tienda de Ropas El Encanto, en la calle Maceo; a nuestra profesora de Inglés, Mecanografía y Taquigrafía, Isabel Inclán (La querida Chabela). Recordamos a los integrantes del equipo de pelota que Los Palacios tenía en aquella época: Orlando Núñez, Pedrito Ferro, excelente jardinero central; Bijol, que nunca supimos su nombre original; Antonio Herrera, Armando Fernández, etc., etc. Recordamos también los esfuerzos que hacíamos para que nuestro padre nos consiguiera el poder ser el cargabates del equipo local.
El local situado en las calles Luis A. Fernández y Froilán Nuñez, donde se producían conservas de piña, y donde trabajamos por algún tiempo.

Recordamos a Tata y Amparo, los choferes de "las guaguas" de Los Palacios al Entronque; a Pablo González y Manolo Piñeiro, choferes y a Pepe Dorta y Carabelas, conductores de los Omnibus de Los Palacios a La Habana (El Directo). Recordamos al Juzgado Municipal, con el Juez Doctor Jacinto J. Carluch, a su Secretario Genarito Valdés y no olvidamos a Dimas Ortega, el Conserje, que llamaba a los participantes en los juicios que se celebraban. A Pedro Mezo, Secretario de la Junta Electoral; al buen amigo Alfonso Robert, que era un experto tomando huellas digitales y al Niño con sus fotografías en la Junta Electoral.

Todavía nos parece saborear los deliciosos merengues que hacia Merlín, en la calle Céspedes. Recordamos al puesto de frutas del gallego Roque, en la esquina de las calles Céspedes y José Martí, lugar donde se reunían muchas personas para escuchar los episodios de Los Tres Villalobos, a las doce del día.


El trasbordador de caña y el esfuerzo de los muchachos por quitarle algunas cañas a los camiones que la transportaban, cuando éstos tenían que aminorar la velocidad al paso del crucero del ferrocarril o en algún otro lugar.
Recordamos la Estación del Ferrocarril, con su Administrador Tomás Núñez, lugar donde se daban citas muchos de los enamorados para esperar el tren de las nueve que procedía de La Habana, después de una breve caminata por el Paseo, el cual muchas veces cambio de aspecto.





El CUCHI del ferrocarril que transportaba a los trabajadores al Central La Francia, (de Ciprián Cruz y Padilla). Fotografía: Nelson Fernández. Recordamos a Epifania Alonso, cariñosamente conocida por “La Mocha”. Al querido amigo Agustín Gato. A la querida Robustiana y su café. A la popular Pandonga.




Reunión con el querido amigo Agustín Gato, en mi
visita a Los Palacios, en el mes de Marzo del año 1979.


Muy especialmente recordamos la celebración de las fiestas patronales, con su Verbena los dias 1, 2 y 3 del mes de Mayo, (algunas veces hasta el dia 4), de cada año. La llegada de los palaceños que se encontraban en otros lugares de la Isla, para participar en las fiestas y así compartir con sus familiares y amistades en ésos dias especiales. Recordamos la procesión del Santo Patrono Jesús de Nazareno.

También recordamos en la Calle Antonio Maceo, la “cuartería” de Aquilinito y el kiosko del "Chino Ronco" y asocio igualmente a Yiyo Cuala y su septeto musical. Bastante cerca, la Farmacia Lamelas, que al igual que la farmacia de los hermanos Calderón y la Ferretería de Alberto Fontela, exhibían en los portales, el Dia de Reyes, los juguetes y regalos, (esto según el querido amigo y palaceño de corazón Andrés López, quizás fué de donde copiaron los americanos, para hacer sus "ventas de las aceras").

Entre los carniceros, recordamos al popular Tite Díaz, Perico Rubiera, Bolón, el Niño, Pedrito, Nanao, Martín Venereo, el Che, Felipe y en la Ceibita, Armandito Diaz. ¡Ah, entre las sastrerías: la de Oscar Ipsán, EsquiloTorres, Gabo Suárez; a Nicanor, Benito y Mario Cruz.

El jardin y kiosco de Tomás Blanco, y la bodega de Publio Labrador. Situados en la calle José Martí y Calle Sol, respectivamente.

La bodega de Luis Lam, en la calle del cementerio (Serafín Garcia), y también la bodega de Eduardo López. Eduardo paseando en su nuevo chevrolet, por todo el pueblo, muy despacito.

Siguiendo con los "establecimientos de víveres y otras cosas", mencionaremos, la bodega de Santiago Lam, en la esquina de las Calles Antonio Maceo y José Palacios; el kiosco de Titico Fiallo en la Calle Antonio Maceo y el de Mongo Lugo, en la Calle Ramón Cruz.
Entre las panaderías se me olvidaba la de Cabrera en la calle Antonio Maceo y la de Polo. En mi barrio, el Centro Telefónico.

Entre las figuras populares: Fosforito, Reyes, José Verde, Gallo Fino, Cuco Facundo. El popular "Salón de los Viñas", donde se celebraban los bailes que eran muy renombrados. Bello, "el periodísta", que repartía El País.

Recordamos al Dr. Lucilo de la Peña Hueca (Lucho) y a su filarmónica. El despertar al compás de la música, (todos los dias primero de Enero de cada año) interpretada por los improvisados conjuntos musicales palaceños, compuestos de cinco, cuatro y hasta de un solo miembro, esperando la cooperación económica correspondiente, después de desearnos felicidades en el año que comenzaba.

Recordamos el puesto de frutas del Guajiro Julio, en la esquina de las calles José Martí y la Calle Ajuria, frente a la tienda de ropas de Miguel Abay y a la Ferreteria Abay. Las bodegas de víveres de Juanita Medel y de Manuel Fernández (cariñosamente conocido como Manuel-Chiquito), en la esquina de las calles José Martí y Piñera. El cine del Americano en la propia calle Piñera, donde había un solo proyector y habia que esperar al final de cada rollo de película, un tiempo apropiado para que el operador de turno, instalara el siguiente rollo. Igualmente recordamos al Teatro Liceo, después el Cine de Ciriaco.

No olvidamos al querido amigo y hermano masón, Buenaventura Calderón, al cual desdichadamente hicimos la primera guardia de honor como miembro de la masonería, cuando falleció.

Recordamos a los Alcaldes del pueblo: Doctor Lucilo Diaz Fernández y Francisco Bugallo Blanco. A los Doctores de Medicina: Valverde, Lucilo Diaz, Pedro Morales Escobar, Nicolás Morales Suteras, Félix Fernández Rodríguez, Fragoso, Cambeiro. A los Dentistas, Alfonso Cañal y Emilito Fúster. Al querido hermano Luis Fúster y sus visitas a domicilio, prestando sus servicios a todo el pueblo, a cualquier hora de la noche. Muy especialmente recordamos a la Doctora Roselia González. La querida DOCTA.

A Pancho Bolo, figura muy popular entre los dueños de automóviles y camiones, para resolverles el asunto relacionado con las gomas. A Rafael Brito, al cual acudíamos para cualquier problema con la electricidad local.

Recordamos los comercios de la Calle Antonio Maceo: Almacén de Víveres de Maximino Cerro; La Revoltosa de Ramón Alonso; La Bomba, de Diéguez; La Revolución, de la Familia López; las bodegas de Emilio Díaz, Vicente Lam, Felipe Fuentes, Cuso Viñas. La Bodega de Pulito. La de Asunción Fernández.

Tiendas de Ropa: La Casa Pepe, El Paraíso, El Encanto, (después del incendio con el nombre de El Nuevo Encanto), Las Novedades. La tienda de Delio Cabrera. La Opera.

Los Hoteles de Pastor Fúster, después de Ramón Barroso; Soberón, después del querido hermano Nicolás Martín, (Colás) y después Hotel Casanueva.
La Imprenta y Ferretería de Alberto Fontela.

Recordamos igualmente los Bares: La India de Eusebito Viñas, después de Víctor Díaz; Bar La Plata, de Santos Fernández; el Bar de Bárcenas. Los servicios fotográficos de Andrés López.

Las Farmacias del Dr. Lucilo Díaz, Santa Rita de Serrapiñana, de Emilio Puentes y después de Calderón. La Casa de Socorros y el Ayuntamiento. Recordamos el cementerio y el Dia de los Fieles Difuntos.

Recordamos muy especialmente la Barbería de Ciriaco, pués fué la primera que visité y la barbería, donde por primera vez llevé a mi hijo cuando era un niño; las Barberías de Vicente y de Jesús Romero; la de Piche, al lado de la Junta Municipal Electoral. A Ramón Barroso y su clínica. El Laboratorio de Leza.

Recordamos a Tito el músico y a Ramón Noriega y su local donde arreglaba zapatos, lugar donde ensayaba su conjunto musical.

En la Calle José Martí, donde vivíamos frente al Juzgado Municipal, recordamos los comercios: La Ferretería de Emilio Gómez, La Farmacia de Menéndez, la Bodega de Víveres de la Familia Martínez, en la esquina de las Calles José Martí y Serafín Garcia. La Iglesia Bautista, lugar donde primeramente existía la bodega de Amparo Casanueva y después la del Teniente del Ejército Retirado Fernández, (de la Cachimba), lugar donde trabajé.

Las Funerarias de Morejón, en la Calle Antonio Maceo y la Funeraria de Perico, en la Calle Luis A. Fernández.
El Bar de Polo, en la esquina de las Calles Warren y Antonio Maceo. Las fondas de los hermanos masones: Lencho, en la Calle Warren; Remigio, en la Calle Céspedes y José María, frente a la Estación del Ferrocarril, lugares que resultaban muy visitados por los carreros y viajantes.

En la calle de entrada al pueblo, desde El Entronque, (Warren), recordamos los siguientes comercios: Tienda de Víveres y Carnicería de Juan Fernández; Bodega del Chino Mulato y la de Fuentes; Kiosco de José María Lam. La renombrada Siempreviva, de Felipe Garcia; la estación de gasolina de Joseíto Abay; la bodega del Toro Abay.

Recordamos la Panaderia de Tavo Sordo, en la Calle Antonio Maceo, lugar donde en muchas ocasiones esperábamos, en unión de varios amigos, el primer pan que saliera del horno, alrededor de la una de la mañana, para comerlo caliente, antes de ir a dormir. Las relojerías de Tatín y Barbeíto.

A las maestras y los maestros: Ulpiano Rodríguez, Julio Garriga, Petrona Capote (Tonita), Clarita Rodríguez, Ana María Valdés, Amparo Martínez Valle, (la delgada), Amparo Martínez Rodríguez, (la gruesa), Angelina Franchi. La Academia de la Señora Mercedes, en la Calle José Martí, donde estudiaron mis hermanos Ostelinda y Orlando; la Academia José de la Luz y Caballero, o Academia de Las Guerras, de las hermanas Hilda y Maria Guerra. A Rosalia Valverde y Petra Castro, en el Kindergarten.

Los representantes o distribuidores de las cervezas: El Tio Hano, de La Polar; Higinio Hevia de La Cristal y Tropical. Las Talabarterías de Oscar Figueroa y Javier Ipsán, así como la Zapatería de Marcelino Diaz. También a Constante el zapatero.
Recordamos la Iglesia Católica, en la Calle Antonio Maceo, donde se efectuó nuestro matrimonio, un dia 29 de Agosto, bastante caluroso. Y con inmensa satisfacción recordamos el nacimiento de nuestro hijo Osvaldo Lázaro; la celebración en la Jefatura de Salubridad, con los amigos Esquilo Torres, Lalo, Adolfito Quevedo, a los que se unieron el buen amigo Cristóbal Solano (Popa) y Téofilo Reinoso. Fotografía: Ángel González.

Recordamos nuestro regocijo y orgullo de padre, por el constante progreso de nuestro hijo en los estudios: primero en la Escuela Primaria, después en la Secundaria Básica y por último en el Instituto de Pinar del Rio. Su entusiasmo por los deportes, etc.

Y también recuerdo cuando la situación política y por ende, económica, no se encontraba muy a nuestro favor y al perder nuestro trabajos, Hilda y yo, tuvimos que buscar otros medios de subsistencia, procedía nuestro hijo, al reparto de los productos que hacíamos, para distintas fondas del pueblo, así como la venta en la escuela pública, en su bicicleta.

Igualmente recordamos al Club Hispano Cubano, donde practicábamos varios deportes, entre ellos el boxeo y donde, con la ayuda de valiosos miembros, logramos la creación de un equipo de pelota, (Martí y Maceo), integrado en su mayoría por peloteros de color. Fotografía: Archivo (OGEPE).
También recordamos la Sociedad Nueva Era y el Centro Social Chino, en la Calle José Martí. Equipo de pelota "Martí y Maceo".

Muy fija en mi memoria está la iniciación en la Logia Masónica Montecristi, entonces situada en las Calles José Martí y José Palacios (Calle Valverde), después trasladada para su propio templo, en la Calle Warren, donde efectuamos intensa labor masónica, acompañado de los hermanos, René Nardo, Efrén Toledo, René González y los viejos pilares de la masonería palaceña, Cayetano Guerrero, Agustín Calderón, Eladio Pérez, el Popular Lencho, Julián Diaz, Juan Pérez, Avelino Rodríguez, Eleuterio León Medina y otros muchos. Fotografía: Archivo (OGEPE).






También recordamos las Logias de Caballeros de la Luz y de la Orden de Oddfellows, así como la de los Caballeros de la Luz en la República de Cuba y Oddfellows Unidos, y las distintas ramas femeninas de las mencionadas instituciones fraternales.



Recordamos al Molino Arrocero, donde trabajamos por largo tiempo; el Almacén de Víveres de Amadeo Garcia, en la Calle Céspedes; la Valla de Gallos, en las Calles José Martí y Floirán Nuñez, frente a la herrería del hermano masón Avelino Rodríguez; las peleas de boxeo que efectuabamos en la gallería de Guillermo Suárez. Fotografía: Archivo (OGEPE).





Nuestro esfuerzo en el mantenimiento del equipo de pelota, a través de los años, con la valiosa y desinteresada cooperación y ayuda de entre otros, los amigos Delio Cabrera, Félix Pestana, Adalberto Pérez y otros. A los integrantes de los distintos equipos, de los cuales fuímos miembros y hubimos de dirigir, entre ellos: Enrique Pestana, Mario Andarsio (Mayonga), Berto Andarsio, Antonio (Prieto) Linares, Desiderio (Yeyo) Ferro, Amancio Ferro, Reinaldo Amaro, el popular Piringue con sus chistes en el banco de los peloteros y otros miembros de nuestro equipo Deportivo Los Palacios.


A los integrantes del equipo juvenil de pelota, que bajo mi dirección hubo de ganar el campeonato provincial, muchos de los cuales pasaron a formar parte de nuestro equipo municipal: Wilfredo Hano, Pucho Cabrera, (hijo de Pablo Cabrera), el Niño Pérez, los Hermanos Prier, entre otros muchos.


Recordamos cuando el rio Los Palacios crecía y salía de su cause normal, en la temporada ciclónica o de lluvias. Y recordamos con tristeza, cuando uno de nuestros amigos del barrio, Feliciano Alonso, hubo de perder su vida, al ahogarse en una de las crecidas del rio.

Al querido hermano Eleuterio León Medina, (El Barbero) y sus servicios prestados en el arreglo de pasaportes, etc.

Jamás se borrará de nuestra memoria el dia que abandonamos Los Palacios, en nuestro viaje hacia Madrid, España. Visitamos la casa de nuestros padres, el dia anterior a nuestra partida. Hablamos al respecto con nuestra madre, la cual comenzó a llorar, cuando comprendió que había llegado el momento de mi partida.

No tuvimos valor para despedirnos de nuestro padre. Tan sólo pasamos a su lado, (se encontraba frente al televisor) y lo miré pensando que podía ser por última vez, lo cual resultó cierto, pués tan sólo casi dos años después falleció.

Recordamos, no con muchos detalles, pues cierta confusión prevalecía en nuestra mente, cuando caminamos en fila india, en unión de mi hijo Osvaldo Lázaro y mi sobrino Juan Carlos, así como con Cristina Hidalgo y su hijo el querido Chino, rumbó al avión que nos alejaría de nuestros seres queridos y de nuestra patria, que aunque se nos había advertido por las autoridades en el aeropuerto, no mirar a nuestro alrededor, no podíamos resistir la tentación de fijar nuestra vista en algunos miembros de nuestra familia, (Hilda mi esposa, mi hermano Orlando), recostados éstos contra los cristales del aeropuerto.
Recordaremos nuestro querido LOS PALACIOS, hasta el dia de nuestra muerte.

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